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COREA DEL SUR

Un destino de esos que nunca se olvidan, el ajetreo de Seúl, con tradiciones ancladas en el pasado y Gyeongju, uno de los centros culturales más grandes del mundo.
Histórico y con encantadores pueblos de arquitectura tradicional en el Antiguo Reino de Silla, el estratosférico skyline nocturno de Busan o el contagioso bullicio de Seúl os esperan.  

¿Por qué viajar a Corea del Sur

  • Vivir el ajetreo de la de la tercera economía más potente de Asia, Seúl . Acelerada y bulliciosa, 24 horas en marcha, su gente tiene mentalidad de trabajo duro y a la hora de divertirse la misma intensidad. Ciudad en la que conviven palacios reconstruidos de forma meticulosa con animados mercados nocturnos y una espectacular arquitectura moderna. 

  • El festival de Barro de Boryeong, cada mes de julio de congregan cientos de personas para introducirse en las gigantescas tinajas de barro. Boryeong es, además, la puerta de entrada a las marismas de la playa de Daecheon, donde disfrutar de motos acuáticas, windsurf, piragüismo, restaurantes de marisco y noraebang (salas de karaoke); cuenta con una pintoresca calle repleta de neones al más puro estilo de Las Vegas y con un puerto (Daecheon-hang) conectado mediante ferris con una docena de islas cercanas.

  • Hacer una visita a la fortaleza de Hwaseong, Suwon, localidad con un centro histórico plagado de fortificaciones y ubicada a unos 30 kilómetros de Seúl, estuvo a punto de convertirse en capital coreana en el siglo XVIII, lo que explica que se levantase una muralla defensiva que protegiera la ciudad. La ciudad acabó convirtiéndose en una atracción turística cuyo principal reclamo es la fortaleza de Hwaseong, patrimonio mundial. 

  • Descubrir la cultura tradicional en los hanoks de Jeonju, El mejor sitio para descubrir los hanoks típicos coreanos (casas tradicionales de madera) es la aldea tradicional de Jeonju, en la costa occidental del país, impresiona incluso aunque muchos de los edificios sean nuevos. En sus casas con tejado de pizarra, los artesanos elaboran abanicos, fabrican papel a mano y destilan soju. También famosa por ser cuna de la dinastía Joseon y de la exquisitez culinaria más conocida de Corea, el bibimbap (arroz, huevo y verduras con salsa picante). 

  • Bulguksa, difícil elegir un solo tesoro en Gyeongju y sus alrededores, pero quizas el mas espectacular sea Bulguksa, será porque encierra siete “tesoros nacionales” tras sus muros. Es un refinado templo, de pagodas, escalera de piedra blanca y estatuas, construido en el año 528 durante la Dinastía Silla, representa la culminación de la que llaman edad dorada de la arquitectura Silla y es un monumento a la habilidad de sus carpinteros, pintores, artesanos y arquitectos.

  • Asomarse a Corea del Norte en la frontera, conocida como Zona desmilitarizada (DMZ), pero este cinturón de seguridad de cuatro kilómetros de ancho y 250 de largo que divide las dos Coreas es todo menos eso. Símbolo de la Guerra Fría, esta barrera, flanqueada en ambos lados por estructuras antitanques, vallas electrificadas, minas terrestres y tropas dispuestas a entrar en combate, es un lugar siniestro donde se palpa la tensión pero también es una destacada atracción turística, con varios puntos de observación que permiten asomarse a la República Popular Democrática de Corea (Corea del Norte). Visita ineludible para amantes de la historia y coleccionistas de experiencias originales y perturbadoras.

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